Crítica de ‘8 apellidos vascos’

Es indudable que entre el sur y el norte existe una rivalidad ancestral. No sólo en España, sino en Italia, Francia y Portugal. Las diferencias culturales cada vez más acentuadas entre el norte y el sur de estos países cada vez son más acentuadas y, a su vez, más cómicas, por lo que realizar una caricatura de una simbiosis entre el norte y el sur es síntoma de éxito. ¿Quién no se ha reído en Italia hasta la saciedad viendo Benvenuti al sud? Que a su vez no deja de ser un remake de lo que hicieron nuestros vecinos franceses con Bienvenue chez les Ch’tis.

Las diferencias más infranqueables que existen en la península ibérica son aquellas que separan Andalucía del País Vasco. El folklore, la extroversión y la hospitalidad andaluza se muestran como rasgos extremos a los habitantes vascos. Un folklore vasco existe sí, pero propio, y muy difícil de conquistar ya que la extroversión no pertenece a su idiosincrasia.

Así pues, 8 apellidos vascos no es más que un producto derivado de los creadores del popular programa cómico Vaya semanita y reúne en poco más de 1 hora todos los topicazos de los que se nutren las culturas vascas y andaluzas con una mezcla de las realidades cotidianas de cada región. Todo ligado a través de una historia de amor entre un andaluz y una vasca que los hará luchar por su supervivencia tal y como hicieron los mismísimos Romeo y Julieta. Rafa (Dani Rovira), un sevillano que se instala en Argoiti y se enamora de Amaia (Clara Lago) por la que tendrá que llegar a inventarse 8 apellidos vascos para poder ser aceptado por la familia de la chica.

Una propuesta entretenida que ya ha captado la atención de 2,7 millones de españoles y ya se sitúa entre uno de los mejores estrenos del cine español junto a “Lo Imposible”.

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