La medicina natural en las civilizaciones antiguas

Muchos de los conocimientos que tenemos hoy en día sobre medicina y remedios naturales los hemos recibido de la cultura, la historia y los descubrimientos llevados a cabo por nuestros antepasados. Medicinas naturales que encontramos en la naturaleza como el polen de palmera datilera o el aceite de comino negro fueron descubiertas en la antigüedad, y aún hoy en día nos beneficiamos de sus muchas propiedades. Hoy os proponemos un pequeño viaje en el tiempo para poner en perspectiva algunos de estos remedios naturales.

La palmera datilera y los pueblos árabes

La palmera datilera (Phoenix Dactylifera) es un árbol originario del norte de África y Arabia, con una fuerte presencia en la provincia de Al-Qassim, en la Península Arábiga. Este icónico árbol forma un vínculo irrompible con la cultura, la historia y el paisaje de varios pueblos árabes, tanto del Magreb como de Arabia. De todos es conocido el amor de este pueblo por su principal fruto, los dátiles, los cuales constituyen uno de sus pilares alimenticios básicos.

 

No tan conocido es otro de los frutos de este árbol, el polen de palmera datilera, el cual se lleva usando como hierba medicinal desde hace siglos. Los egipcios ya la usaban como remedio para problemas de fertilidad femenina y masculina, y era un remedio usado por centenares de médicos árabes precisamente con ese propósito. Y no era simple superstición, pues este polen contiene una cantidad más que generosa de estrógenos, hormonas sexuales que potencian la producción de óvulos en las mujeres y mejoran la calidad de los espermatozoides en los hombres.

El comino negro, la semilla de los faraones

Las propiedades curativas del comino negro o fenogreco, conocido en latín como Nigella Sativa, ya eran conocidas por las antiguas civilizaciones griega y egipcia, y también en la medicina ayurvédica. La evidencia más antigua de su se encuentra en la tumba del faraón egipcio Tutankamón cerca del 1327 a.C. Por ello se la ha denominado la semilla de los faraones.

 

Los médicos egipcios recomendaban el uso del comino negro como digestivo después de grandes comidas, así como para aliviar el dolor de cabeza, las inflamaciones o las alergias. Además, el aceite de comino negro también era utilizado como cosmético nada más y nada menos que por la reina Nefertiti o Cleopatra, ambas aclamadas por su belleza. Por sus múltiples funciones, en Egipto se llama “habit al-baraka”, la semilla bienaventurada.

El aceite de comino negro tuvo también una gran relevancia en la Península Ibérica durante Al-Andalus. La mayoría de los médicos andalusíes citan esta singular semilla en sus obras, como es el caso de Abdul-Malik Ibn Habib, que en su Compendio de Medicina lo recomienda para el vientre, el resfriado o la mucosidad.

El fenogreco, oro puro

El uso de las semillas de fenogreco como medicina natural aparece documentada en el 1.500 antes de Cristo en el papiro Ebers, un escrito egipcio que recoge los beneficios de esta planta para tratar quemaduras. Igual que con el comino negro, también se han encontrado restos de este producto en varias tumbas egipcias, ya que era una de las plantas utilizadas en los procesos de embalsamado, muy probablemente por su aroma. Esto demuestra que a pesar de ser originaria de Oriente Medio y el Sureste Asiático, la planta se extendió por la cuenca Mediterránea.

También los griegos incorporaron el fenogreco en sus artes médicas. En el siglo V antes de Cristo el médico griego Hipócrates lo consideraba un excelente paliativo, y destacaba sus muchas propiedades curativas.

Como decía un dicho anónimo, “si la gente fuera consciente de todos los beneficios del fenogreco, lo comprarían como si de oro se tratara”.

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